Cien Años De Soledad Una Gran Historia
Cada uno de los hechos narrados en la novela se relaciona con una lectura sobre el tiempo histórico, sobre la construcción de la memoria y el paso del olvido. El autor dialoga con la historia e identidad de su Colombia natal que es, de algún modo, una imagen donde América Latina puede reconocerse.
Macondo no es solo una palabra sonora: es imagen de un árbol familiar que extiende sus ramas para cobijar toda suerte de mitos, prejuicios, anécdotas, valores, sueños y voluntades destinadas al olvido, a la transformación del tiempo.
La intrahistoria de la familia de los Buendía es a la vez un guiño de ojo a la infancia de García Márquez y a la Historia con mayúsculas.
Desde un recorrido por la memoria de su Aracataca natal, el escritor observa pasar el enfrentamiento decimonónico entre liberales y conservadores, la llegada del tren, el auge de la fiebre del banano, la expansión del capitalismo y sus prácticas de dominación, en fin: el paso de la tradición a la modernidad desde la periferia.
García Márquez también dialoga con los valores de una cultura atravesada por toda suerte de relatos míticos y religiosos, que tienen un gran poder significativo. Le da voz a los prejuicios, a las supersticiones más vivas y fuertes, y a las imágenes bíblicas del catolicismo, naturalizadas en el imaginario popular latinoamericano: un pecado original que espera su castigo, una asunción y un diluvio son apenas algunos de estos símbolos.
Así, García Márquez va articulando un discurso mítico, un relato de símbolos que explica el origen y el fin de un microcosmos en el que se construye una imagen del mundo, y al mismo tiempo se hila en la red de un tiempo histórico amplio (Historia y mito, memoria y olvido)
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